ortiga

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La ortiga florece abundantemente en primavera en los lugares húmedos y cerca de zonas habitadas, casi para que el hombre se dé cuenta de que está allí a su disposición, para toda necesidad. Se recogen las sumidades y las hojas más tiernas en primavera y en verano, ayudándose de un guante para evitar las picaduras.

Por desgracia, muy pocos conocen sus innumerables virtudes y se la suele despreciar considerándola una mala hierba, arisca y peligrosa, de la cual hay que librarse y mantenerse alejado. La ortiga contiene histamina, acetilcolina, sales minerales, vitamina C, potasio, hierro, calcio, silicio y taninos.

Esta gran riqueza en minerales la hace preciosa en las curas remineralizantes, para combatir la anemia y prevenir la osteoporosis.

La sabiduría popular de siempre le ha asignado la propiedad de estimular todo el organismo y a los niños que tenían las pantorrillas rojas por las picaduras de ortigas se les decía que jamás sufrirían de reumatismos.

Hasta hace pocos decenios eran conocidas las «flagelaciones» a base de ortigas, que consistían en sacudir los muslos, las nalgas y el ombligo con un gran manojo de ortigas; esta práctica se utilizaba para favorecer el menstruo en las mujeres que padecían irregularidad menstrual y para devolver la virilidad a los hombres. Este método se consideraba un excepcional revulsivo; también se utilizaba para combatir los reumatismos.

La ortiga contiene una sustancia, la secretina, que estimula el sistema digestivo en su totalidad: estómago, intestino, hígado, páncreas y cistefelea.

Contiene además una hormona femenina, por lo cual no tiene que sorprendernos su apoyo en un sinfín de problemas relativos al aparato genital: regulariza la regla, estimula la secreción láctea, incrementa la fertilidad, etc. En romance, la ortiga se llamaba «levanta-matriz», nombre también asignado a la matricaria, porque ambas tienen la virtud de devolver a su sitio el útero even-tualmente desplazado (prolapso uterino). Sus semillas actuarían como afrodisíaco.

Es además diurética y altamente depurativa, recomendada sobre todo en las curas desintoxicantes de primavera y otoño y a quien sufre de gota, ya que la ortiga es enemiga del ácido úrico.

Astringente, la podemos emplear para frenar hemorragias internas y externas y en casos de diarrea o bien de reglas demasiado abundantes. Según estudiosos del siglo pasado, constituye el mejor remedio contra las hemoptisis y contra cualquier tipo de hemorragia.

Ayuda a la reconstrucción de los glóbulos rojos, luchando contra la anemia, y se opone a la hemofilia (escasa coagulación de la sangre).

Las gárgaras realizadas con la infusión de ortigas son útiles en las infecciones bucales: gingivitis, aftas y anginas. Esta misma infusión, usada como loción para la piel, la limpia librándola del acné y de eccemas; usada después del champú frena la caída del pelo.

Entre tantas virtudes tiene también la de ser hipoglucemiante y de ejercer una acción benéfica, no solamente depurativa, sobre el hígado y la vesícula biliar.

Válida ayuda en casos de urticaria, cura también las eventuales alergias provocadas por la ingestión de moluscos y crustáceos.

Consumida como verdura es deliciosa y sustituye perfectamente a las espinacas, sin presentar los efectos negativos de estas últimas.

En curas desintoxicantes y remineralizantes aconsejo el zumo de ortigas frescas. Este mismo zumo es muy eficaz también como hemostático y vasoconstrictor.

 

Infusión de ortiga para problemas menstruales:
Verter 1 cucharada de hojas por taza de agua. Tomar 3 tazas al día.

Infusión para uso externo para evitar la caída del cabello y estimular su crecimiento:
Verter 9 cucharadas de planta por litro de agua. A usar en gárgaras, lociones, etc.

 

Otros remedios con la ortiga
Pediluvios y maniluvios:
Un puñado de de hojas de ortiga por litro de agua.

Zumo:
Tomar 1/2 vaso al día. Se puede emplear también en uso externo (eccemas, acné…)

Decocción de raíz:
Verter 50 gr entre raíces y hojas secas y hervir durante 10 minutos en 1 litro de agua (remineralizante y depurativ
a).